La jornada de este módulo se ha centrado en la tradición milenaria oriental de la AYURVEDA, escuela para alcanzar el bienestar del ser humano, y transmitida por la divinidad para que la salud y el equilibrio de los hombres pueda disponer de herramientas para paliar el dolor, y, lo que es peor, el sufrimiento, incidiendo así en toda la persona, en cada uno de sus cuerpos (emocional, físico, mental, espiritual…). Esta ciencia se transmite de maestro a alumno cuando este se encuentra preparado. La misma etimología del término nos remite a estos conceptos: “ayur” (periodo de vida) más “veda” (ciencia o conocimiento).
La primera parte de la sesión se ha centrado inicialmente en la medicina ayurvédica en general, pero la mayor parte de la exposición ha versado en el embarazo, en los cuidados para que madre y bebé lleven este periodo tan especial de la vida de manera armónica y amorosa. Bienestar, equilibrio…, son las aspiraciones del ser humano desde hace miles de años y en la actualidad. Para ello deberíamos tener más presente una medicina preventiva mejor que estar interviniendo cuando la enfermedad aparece o se hace fuerte. Por eso es conveniente un estilo de vida sano que busque el equilibrio entre el triángulo del trabajo, el descanso y la alimentación. Asimismo, es muy importante hacer consciente la respiración y el tipo de pensamientos que habitualmente discurren por nuestra cabeza. Todo influye aunque sea inconscientemente.
Como hemos dicho, la medicina ayurvédica contempla a todo el ser humano o a todas las ramas de la medicina convencional (psiquiatría, ginecología, pediatría, oftalmología, medicina interna…), pero tiene además muy en cuenta otros factores no menos importantes, como la alimentación, los pensamientos o el estilo de vida de cada paciente.
Con respecto al embarazo (la mayor parte del módulo), nos ha remitido a cómo en la India se contempla a la mujer gestante como a una MADRE DIVINA, que en colaboración con la naturaleza propaga la vida, algo que no se origina en ella, sino en otras dimensiones previas a la concepción. Aquí en Occidente somos más analíticos y racionalistas, pero el Oriente son más sintéticos, más en contacto con la naturaleza y con las dimensiones espirituales. En este sentido se entiende que en esta parte del planeta las vacas sean animales sagrados, pues son símbolo de la madre divina, la madre nutricia, vinculada a la lactancia, a la vida más vulnerable, a los bebés.
Otro momento importante ha sido el dedicado a la alimentación, qué alimentos conviene tomar o no tomar a la mujer embarazada; qué actividades son beneficiosas (escuchar sonidos armoniosos, masajes con aceite de sésamo caliente, paseos por la naturaleza, evitar ruidos, situaciones emocionales agitadas…). Todo influye en madre y bebé simultáneamente. Por eso la mujer debe escuchar más a su propio cuerpo y buscar el equilibrio entre las tres grandes energía, VATA (aire y espacio), PITTA (fuego y agua), y KAPHA (tierra).
Jesús Moreno, catedrático de instituto de Lengua y Literatura española. Doctor en Pedagogía.