El nuevo curso arranca con proyectos educativos que pretenden eliminar horarios, mezclar asignaturas y desarrollar nuevas habilidades | Dos profesores explican sus métodos y su visión para recuperar la conexión con los alumnos. (La Vanguardia, 13.9.15)
Más de un millón y medio de alumnos vuelven a clase a partir del lunes en Catalunya. Y lo harán, en muchos casos, en escuelas en plena transformación. Cada vez más profesores admiten que la enseñanza tradicional ya no sirve. Buscan nuevos métodos para construir la escuela del siglo XXI, porque, aseguran, aún estamos anclados en la del XIX. Desaparecen los horarios, las asignaturas o los exámenes. Llegan proyectos globales, materias mezcladas y nuevas habilidades -trabajo en grupo, iniciativa, creatividad…-. El movimiento coge fuerza y se extiende. Será, con toda probabilidad, uno de los grandes cambios educativos de los próximos años, y nace de los propios docentes, de la base. Dos de estos profesores pioneros explican aquí cómo dan la vuelta a la clase.
Minerva Porcel es maestra de primaria en el colegio concertado Claver de Lleida, de Jesuïtes Educació. Esta red de centros educativos ha puesto en marcha un ambicioso proceso transformador. Su iniciativa ha servido además para avivar el debate sobre la nueva educación en todo el país. Porcel se ha especializado en uno de los pilares de la metamorfosis de estas escuelas: la agrupación de 5.º y 6.º de primaria y 1.º y 2.º de ESO en una sola etapa educativa. Los niños de tres o cuatro años van a la escuela felices. Te explican lo que hacen, están entusiasmados. Se sienten queridos. Y luego, a medida que pasan los cursos, cuentan las horas para salir por fin del colegio, para que llegue el fin de semana y ser libres.
¿Qué ha pasado en medio?
Eso es. ¿Qué pasa? Pues que llegan a una escuela donde suena el timbre, hacen matemáticas, suena el timbre, cambian a lengua, suena el timbre, salen al patio, suena el timbre, clase de sociales… Dictados, exámenes. Y así un año, y otro y otro y otro. ¡Durante quince años! Normal que muchos acaben hartos.
¿Y qué hay que hacer entonces?
Poner al alumno en el centro. ¡Ilusionarlo! Luchar contra el absentismo emocional.
¿Absentismo emocional?
Este es un grave problema de la escuela actual. Niños que van a clase porque no les queda más remedio, que están pero es como si no estuvieran, y no porque se porten mal. En cambio, fíjese qué contentos van a las extra escolares. ¿Por qué? Pues porque las eligen ellos, porque, en general, hacen lo que realmente les gusta. Los maestros hemos tenido que reaccionar ante esto.
¿Por eso este movimiento de escuelas innovadoras?
Exacto. A los docentes nos ha costado verlo, pero es así. Durante mucho tiempo las escuelas han funcionado como fábricas, formando a niños en serie cuando cada persona es diferente y tiene unos talentos determinados. Y los profesores nos dábamos cuenta, pero no nos parábamos a buscar una solución. Ahora, en cambio, se ha visto que la renovación de la escuela es una gran necesidad. Los maestros se remueven y se han creado muchísimos foros de reflexión y análisis. Es uno de los grandes debates educativos del momento.
¿Sólo debate?
De momento sí. Estamos en una fase en la que hay mucha reflexión y menos acción. Pero esto cambiará. Ahora, para transformar la educación de verdad el cambio debe ser sistémico, o se cambia todo a la vez, o nos quedaremos a medias, no resolveremos el problema y nos frustraremos.
¿Qué hay que cambiar?
Todo. Los requisitos de entrada a las facultades de Educación, seleccionar mejor a los futuros docentes. Luego, la formación de los profesores en la universidad, la selección de estos en las escuelas, la organización interna de los centros, la relación con los alumnos, la forma de enseñar…
Un ejemplo.
Le diré lo que hemos hecho nosotros. No tenemos jefe de estudios ni profesores divididos por departamentos, sino un equipo de profesores encargado de cada curso. No dividimos la enseñanza por asignaturas, sino que introducimos los contenidos a través de proyectos interdisciplinares; hemos agrupado a los alumnos en clases de 60 con tres profesores.
¿Y cómo es un proyecto?
Los alumnos pueden plantear una pregunta o tema que les interese. ¿Por qué la Tierra es redonda? La historia del tiempo, los dinosaurios, lo que sea. Y a partir de ahí introducimos los contenidos.
Y para realizar el proyecto, leen, escriben, aprenden las matemáticas, la historia, o la lengua inglesa.
Sí. Para el profesor, trabajar así requiere un mayor esfuerzo y preparación. Lo que se hace en la escuela tradicional es mucho más fácil para nosotros.
¿Qué tiene que aprender un alumno de primaria?
Ya vamos otra vez a los contenidos. Los contenidos son necesarios, pero esto es lo menos complicado de enseñar. Ya viene en el currículo. Lo que un niño necesita es entender el mundo en el que vive. Y tener herramientas para construir el mundo en el que vivirá en el futuro. La sociedad cambia a ritmo acelerado. Entonces, además de matemáticas o lengua o historia, una persona necesita tener recursos propios, ser creativa, autónoma y también poder trabajar en equipo. Ser capaz de aprender constantemente y renovarse. También estar comprometida con el bien común y crear un itinerario de vida. Contextualizar al alumno en sus necesidades es lo más difícil, y eso se consigue con un equipo de maestros que estudien su caso y lo apoyen.
Las escuelas de primaria son más atrevidas, y en cambio, la secundaria suele ser más tradicional, cuesta que se atrevan a probar métodos nuevos.
Los profesores de secundaria tienen muchas ganas de transformar la educación. En la primaria cuesta menos, porque los maestros están 25 horas a la semana con los alumnos. Los conocen más y la enseñanza está más globalizada. En la ESO, cada profesor pasa unas tres horas a la semana con cada grupo de alumnos. Están muy condicionados por los horarios y la estructura organizativa.
Boris Mir trabaja como profesor de historia y música en el instituto-escuela público Les Vinyes, en Castellbisbal, un centro de referencia en innovación educativa. Ellos han dado la vuelta a las clases y la organización de los profesores.
¿Ahora todo el mundo habla de innovación educativa? ¿Es una moda o una necesidad real?
Está de moda la innovación. Pero transformar el sistema educativo es una necesidad real y la innovación es una herramienta para conseguirlo. A pesar de que, bajo este paraguas, se esconden muchas ideas clásicas con nuevas presentaciones. En realidad hay muy poca innovación en educación, simplemente hay una «actualización» de la escuela, fruto de las nuevas demandas de la sociedad, a menudo actualizando ideas pedagógicas clásicas.
Cada profesor defiende su método. ¿En qué se basan? ¿Hay evidencia que una cosa funcione y otra no en educación?
Tenemos muchas evidencias de cómo funciona el aprendizaje. Nos lo dice la psicología, la neurobiología, la didáctica…
Entonces, ¿por qué no se aplican? Si hay consenso científico sobre aquello que funciona, ¿por qué no hay consenso político?
Porque la educación está incrustada en un sistema de valores y de opciones políticas y éticas. Esta mezcla hace que los debates sean muy superficiales. Los debates de fondo sobre el modelo de persona que queremos formar y el tipo de sociedad en la que queremos vivir se mezclan con las evidencias que tenemos sobre el aprendizaje. Son cosas diferentes y las mezclamos. Una cosa es la didáctica y otra el propósito de la educación o las finalidades de la escuela. Fíjese en Finlandia y Corea del Sur. Tienen resultados muy buenos con métodos y objetivos muy diferentes. Los primeros creen en la cooperación, los segundos en la competitividad. La manera de enseñar vehicula siempre valores, y esto es crucial.
Por proyectos, sin asignaturas, sin libros, sin horarios, sin notas… ¿Hay que repensar todo esto?
Debajo el paraguas del «trabajo por proyectos» se esconden muchas cosas bien diferentes. Y se contrapone a «contenidos». Hay demasiado nominalismo en todo eso, siempre tendemos a sobreactuar en los debates pedagógicos. Se habla mucho y se hace poco. En realidad está todo bastante «repensado»: actualizar la escuela a partir de las evidencias que tenemos no es un tema de modelo.
¿Nada de lo que se hacía antes vale? ¿Debemos rechazar la memorización y la clase magistral?
La memorización y la exposición magistral se tienen que reubicar, simplemente. La memorización es imprescindible, pero tiene que ser significativa. Rechazar la memoria sería rechazar la experiencia pasada, cosa que nos imposibilitaría hacer operaciones mentales. Otra cosa es defender la memoria inerte, como un repositorio de palabras y hechos. El tema de la clase magistral es diferente: no es un gesto mental, es una herramienta didáctica. Y como tal se tiene que utilizar en función de los objetivos de aprendizaje, de la situación.
Hace tiempo que las escuelas públicas innovan, pero hasta que una red grande de concertadas no lo ha hecho, el tema no ha llegado a la opinión pública.
Las escuelas públicas no se ocupan de tener o no tener alumnos. No necesitan «vender» su servicio. La escuela concertada, en cambio, sí. Eso los inclina a salir en los medios o presentarse a premios. De hecho, en la escuela pública, si tienes más demanda que oferta, tienes un problema, porque parece que compitas con los centros de tu zona. Cosa que es totalmente falsa. En un buen sistema educativo, los padres no tendrían que sufrir por escoger escuela: todas serían de primer nivel.
¿Falta apoyo del Departament a los centros públicos innovadores?
No hay ningún apoyo real a los centros públicos innovadores. La innovación está tolerada, pero no está apoyada. La concepción centralizada y burocrática de la enseñanza hace realmente difícil la existencia de modelos diferenciados. Trabajas resistiéndote a ser asimilado por el sistema.
¿Qué necesita un centro público para sacar adelante un proyecto diferente?
Otras reglas de juego para funcionar, como disponer de recursos propios, de profesionales capacitados y comprometidos con el proyecto del centro. Y de auténtica autonomía de centro.
¿Los profesores jóvenes que empiezan están bien formados?
No, pero tampoco pueden estarlo. Simplemente los tendríamos que formar in situ, acogiéndolos y tutorizándolos. Tendríamos que hacer como hacen los hospitales universitarios: jóvenes maestros que trabajan al lado de profesionales de referencia. Las tutorías de prácticas en el centro ni siquiera son remuneradas. Para mí tendrían que sustituir las oposiciones.
¿Qué le parece el nuevo currículum de la ESO, que ponga el acento en las competencias?
Es una continuidad del anterior. En algunos aspectos es una simplificación, en otros, una insistencia en las competencias. Pero en general, el impacto real, a corto plazo, está sobrevalorado. Cambiar las prácticas y la cultura de los centros no se hace con un decreto…
¿Qué tiene que saber un alumno al acabar el ESO?
Los objetivos básicos que marca la ley: alcanzar las competencias básicas y convertirse en personas capacitadas para vivir libremente y dignamente en nuestra sociedad. ¡Casi nada!