Me fascina la Escuela Arco Iris de Polop. No es una escuela para padres como muchos creen, ni para niños. Es una escuela para humanos, para llegar a la comprensión total del ser, una nueva visión de ver las cosas. ¡Todo cobra otro sentido cuando despertamos!

Soy asidua de la Escuela Arco Iris de Polop, y me gustaría compartir con vosotros, desde mi punto de vista, la ponencia del día 4 de Marzo de 2018 impartida por Jesús Paredes, un gran hombre y persona extraordinaria que desde su humildad nos ha transmitido su conocimiento, que, aún siendo un catedrático muy instruido tiene una forma cercana y simpatía natural de llegar a las personas.

El tema tratado: La Educación Holística de 14 a 21 años. Edad del corazón, de afirmación en el tránsito del niño/a a hombre/mujer. Edad de explosión de sentimientos y donde se define la personalidad, el carácter y la autoestima. En este punto los adultos y en especial los padres necesitamos transmitirles seguridad, comprensión, confianza y amor, porque es una edad también de inseguridades en la cual necesitan enfrentar y vencer sus miedos.

Es la edad en la que se instala el cuerpo astral y en la que los sentimientos y emociones están a flor de piel. Se pueden sentir algo perdidos y necesitan un referente, alguien que les guie y les oriente, generalmente son los padres, pero si ellos no encuentran esa «guía» procederán a buscarla por su propia cuenta, en cualquier otra persona o incluso en sus amistades. Es por eso que es de suma importancia que sepamos comprenderlos, que nos armemos de paciencia para así poder servirles de apoyo y referente.

Sobre todo es necesario tener en cuenta el cómo actuemos frente a ellos a esas edades, ya que esto influirá y repercutirá en el adulto en que se conviertan el día de mañana. Debemos ser respetuosos con nuestros hijos, de esta manera les enseñamos respeto, si vencemos nuestros miedos ellos tampoco los tendrán, si les enseñamos a amarnos sin condiciones aprenderán a amarse a sí mismos y a los demás, si demostramos que pueden confiar en nosotros aprenderán a confiar también en ellos. En definitiva, somos su modelo a seguir.

Siempre debemos estar ahí para ellos, reforzando su autoestima, haciéndoles saber que no los juzgamos, que pueden contar con nosotros, que hagan lo que hagan, pase lo que pase, los vamos a querer, los vamos a ayudar, así ellos se autoafirmarán y formarán un carácter fuerte y seguro, sin complejos, miedos ni inseguridades.

No debemos ser adultos controladores, ni excesivamente autoritarios, pues esto provocará alejamiento. En cambio, si nos mostramos humildes y respetuosos obtendremos cercanía, ellos nos buscarán y se abrirán ante nosotros. Debemos ser padres, no carceleros, por supuesto poniendo límites, pero los justos. Hablar con ellos y mostrar autoridad, pero que sean ellos quienes la busquen en nosotros, de lo contrario, si se la imponemos, obtendremos el efecto opuesto y de nuevo los alejaremos.

Buscarán amigos, y muchas veces no nos agradarán ni nos parecerán los más adecuados para nuestros hijos, pero no debemos imponerles nuestro criterio respecto a las compañías que eligen, pues en esas edades el objetivo que de forma inconsciente persiguen es conocerse a través de los demás, por lo cual experimentarán con todo tipo de amistades. Debemos dejar que sean los capitanes de su vida y los dueños de su destino, y nosotros convertirnos en el faro que ilumine su camino, que los guíe y oriente.

Concluyendo: La etapa de los 14 a 21 años es una edad crítica en la que hay que tratar a nuestros jóvenes con más amor, paciencia y comprensión que nunca. Hagamos que nuestros jóvenes sean más felices y sigamos el camino del corazón que será siempre el adecuado.

Toñi Valera López